Auténticos monumentos vivientes que, durante siglos, han aportado prosperidad y que forman parte del paisaje y la cultura del territorio. Las comarcas del Matarraña y del Bajo Aragón cuentan ya con un archivo en el que se han recopilado y catalogado hasta 165 olivos centenarios, milenarios y singulares con el objetivo de poner en valor el gran patrimonio arbóreo existente en el territorio. El proyecto fue impulsado por la comarca del Matarraña con apoyo del Grupo de Acción Local Matarraña Bajo Aragón Omezyma, y ha estado coordinado por el Agente de Protección de la Naturaleza y divulvagor medioambiental Fernando Zorrilla. La institución comarcal enfila la última fase de un arduo proceso en el que han intervenido técnicos, agentes de protección de la naturaleza, agricultores, pastores y personas íntimamente ligadas al medio natural del territorio.

Pese a que este proyecto de Oliveras Centenarias y Singulares engloba a las 18 localidades del Matarraña, lo cierto es que trasciende su ámbito geográfico e incluya también a 3 municipios de la vecina comarca del Bajo Aragón en la cuenca del Mezquín. De este modo se incluyó a los municipios de La Codoñera, Belmonte de San José y Torrevelilla. En estos últimos 3 municipios destaca la elevada densidad de oliveras centenarias, que destaca sobre el resto de localidades objeto del estudio.

Pese a que Oliveras Centenarias y Singulares se dio por concluido el pasado mes de abril lo cierto es que los impulsores dejaron la puerta abierta a la inclusión de más ejemplares. «Hemos catalogado 165 de estas oliveras pero ello no quiere decir que aquí estén todas. Dejamos por ello este es un catálogo abierto a que si se van descubriendo más ejemplares se puedan incluir en la catalogación», explicó Fernando Zorrilla, coordinador del proyecto.

El proceso de catalogación arrancó a finales de 2018 y ha contado con multitud de colabores. La institución comarcal y los ayuntamientos facilitaron numerosos datos de potenciales ejemplares. De igual modo, Zorrilla destacó el apoyo de numerosos vecinos a título personal y especialmente la labor de el rafolino José Luis Roda y el portillense Víctor Vidal. El principal apartado a la hora de incluir una olivera en esta catalogación es tengan, al menos, 3 metros de perímetro en su tronco a una altura aproximada de 1 metro y medio. diámetro. Asimismo, se han incluído otros ejemplares que, aunque no lleguen a ese perímetro, poseen singularidad.

La gran mayoría de los olivos catalogados tienen entre 500 y 800 años. «Estamos hablando de oliveras que, en su gran mayoría, son anteriores al descubrimiento de América», añadió Zorrilla. Asimismo, aunque en muy poco número, se han hallado algunos ejemplares milenarios. «Contamos con ejemplares anteriores pero los expertos nos han confirmado que fue a partir del siglo XI y XII cuando este cultivo tomó mucha fuerza», añadió el coordinador.

De este modo, esta herramienta estará disponible para las administraciones y servirá de base para futuros proyectos de investigación con el objetivo de que pueda servir de punto de partida para distintas iniciativas. No obstante está previsto señalizar 12 de estos ejemplares tras llegar a un acuerdo con sus propietarios. «Hemos sido muy respetuosos en ese sentido, teniendo en cuenta siempre la opinión del propietario y que esta señalización no cause problemas ya que estamos hablando de zonas con usos agrícolas», añadió el coordinador.

La mayor parte de los ejemplares catalogados se encontraron en la zona del Mezquín y en la zona media y baja del Matarraña, especialmente el entorno de La Fresneda, Ráfales, Cretas, Calaceite, La Portellada, Arens de Lledó y Valderrobres, siendo menos abundantes en las zonas del sur de la comarca, a mayor altitud. «Hemos trabajado muchos meses en un proyecto que desde el principio nos pareció muy interesante», explicó Rafael Martí, presidente de la comarca del Matarraña.

En cuanto a las variedades, el estudio concluye que las variedades tradicionales aguantan mejor las catastróficas heladas, como la de febrero de 1956, que esporádica pero cíclicamente afectan al Bajo Aragón Histórico. Los olivos centenarios se enfrentan a distintas amenazas que comprometen su conservación. La mecanización y los nuevos procesos de poda y recolección de las olivas han propiciado que muchos ejemplares se hayan visto afectados o hayan muerto debido a prácticas inadecuadas. En otros casos han sido víctimas del abandono de los campos de cultivo.

¿Por qué olivera en lugar de olivo?

Yo prefiero llamarlo olivera y no es casual que escogiésemos ese nombre para este trabajo. En nuestro territorio y en general en todo Aragón a los árboles que producen se les aplica el femenino. El término olivera además sugiere fuerza, potencia. Y el término centenarias nos parecía que simboliza la honestidad. Es además el símbolo de todo un territorio como el nuestro.

¿Cómo ha sido la labor de datación?

En todos los casos estamos hablando de una datación muy aproximada pero no exacta porque el olivo es muy enrevesado e irregular y ello dificulta mucho su datación. Aquí realmente he sido el coordinador pero no hubiese hecho nada sin el elevado número de personas que han colaborado conmigo. Después de muchos años y de muchas publicaciones relacionadas con la naturaleza, realmente lo que más me gusta es que se me considere «embolicador» de proyectos porque lo que me gusta es implicar, «embolicar» a la gente para que puedan ser posibles trabajos como este. En este caso hemos querido ir más allá y hacer conscientes a los vecinos y propietarios de estos ejemplares que se trata de unos árboles que forman parte de nuestra cultura y que nos lo han dado todo. Pensamos también que las administraciones deben incentivar, a través de distintas fórmulas que pasan por su aprovechamiento económico, que los agricultores conserven estos ejemplares.

¿Cuál es tu trayectoria como divulgador y como autor de numerosas publicaciones?

Son ya 30 años intentando acercar la naturaleza a las personas. Entre otros trabajos está Árboles del Matarraña, la edición de Árboles Singulares del Bajo Aragón, que fue una guía pionera en todo Aragón. Después han llegado otras guías y ahora estoy trabajando en colaboración con el Ayuntamiento de Mazaleón y el CRA Matarraña en la actividad Massalnatura. He tenido la gran suerte siempre de poder trabajar con mucha gente que me ha ayudado y con la que hemos conformado grandes equipos. Y por mi profesión de APN también he tenido la oportunidad de aprender mucho de la gente del territorio. Y lo he querido hacer siempre con respeto al medio y a las personas. Porque yo veo ahora, con preocupación, que existen multitud de iniciativas que se plantean y que no respetan ni al medio ni a la gente. No todo vale y además se están utilizando de forma muy manida la palabra sostenibilidad. Deberíamos de reflexionar sobre estas propuestas que no siempre son respetuosas.