"Buscábamos unos ejemplares que vieron hace 18 años, pero no podíamos imaginar encontrar uno de 6 metros de perímetro", cuentan los agentes forestales que localizaron el tejo más grande conocido en Aragón.
Aragón posee el 8,4% de la superficie forestal de España, un total de 18.259.572,69 hectáreas, y entre todas ellas existen muchos ejemplares dignos de estar inscritos en las listas de árboles monumentales, lo mismo que existen figuras de conservación del patrimonio artístico y cultural. El Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad contiene actualmente 300 registros. Entre las joyas de la corona están la carrasca de Lecina, el tilo de Benasque, el enebro de Sabiñán o la sabina de Villamayor.
A la lista de árboles dignos de mención se incorporará el tejo de Canciás, un ejemplar centenario descubierto hace unos días por unos agentes forestales, de cuya existencia solo sabían los pastores de la zona que cobijaban los rebaños bajo su sombra. El tejo, tan bello como tóxico, miembro de una de las especies más longevas de Europa, apareció en la sierra de Canciás, en la zona de la Guarguera, una de las más despobladas de Aragón. El pueblo más cercano es Fablo, ya abandonado, en el término municipal de Sabiñánigo.
Javier Fanlo, Rafael Vidaller e Ignacio Ferrer son los tres Agentes de Protección de la Naturaleza que descubrieron hace unos días una arboleda de tejos centenarios, con 14 ejemplares de grandes dimensiones. Entre ellos hay uno de 6,10 metros de perímetro en su tronco que ha destronado a otro del valle de Bujaruelo que hasta ahora ostentaba el título de ser el de mayores dimensiones de Aragón.
La DGA ya ha anunciado su intención de que, pese a estar en una propiedad particular, iniciará en breve la declaración de arboleda singular de Aragón, a la altura del Hayedo del Picón del Mediodía, el Soto del Gállego en Biscarrués, el Sabinar de Olalla o el Pinsapar de Orcajo.
"Hace 18 años, un compañero estuvo en la zona y se hizo una foto con un gran tejo. Él recordaba que había más. La idea era volver, porque en aquellos años no había GPS para tomar coordenadas. En lugar de llegar a esa zona fuimos a un barranco donde nos habían dicho que incluso los había más grandes", explica Javier Fanlo. En este caso sí pudieron geolocalizarlos y tomar las medidas de ancho y alto.
Fueron localizados a 1.850 metros y todos tienen más de 2,5 metros de perímetro. "La rareza es que el tejo a esa altura soporta nevadas, vientos fortísimos en invierno... Sin embargo, han llegado hasta nuestros días sin derrumbarse. En 1992 hubo un incendio forestal en la zona, pero no les afectó, se quedó por debajo", explica Javier Fanlo. La singularidad radica también en la exposición a la cara sur, donde recibe una fuerte insolación en verano, pese a que es "un árbol muy pirenaico", que necesita mucha humedad y zonas umbrías.
Los agentes sabían que podían dar con varios ejemplares por las referencias de 18 años atrás, "pero no podíamos imaginar encontrar uno de 6 metros". Se calcula que se trata de tejos centenarios por su tamaño (es una especie de crecimiento muy lento). Para concretar la edad habrá que esperar a que técnicos del Gobierno de Aragón se desplacen hasta allí con los instrumentos de medición necesarios. Estos permiten hacer una herida en el tronco, sin dañarlo, con una barrena y sacar un cilindro para examinar los anillos.
Los agentes han logrado contactar con la única persona todavía viva de los antiguos vecinos de Fablo, un hombre de 83 años residente en Sabiñánigo. Para él, el gran tejo de Canciás no es ningún secreto. Llevaban el rebaño hasta la arboleda y unas cuevas cercanas para tenerlo resguardado bajo la sombra proporcionada por las extensas ramas de los tejos.
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