La asociación Acobija coloca seis depósitos con pelo de oveja en las hoces del Mesa que las aves cargar para construir sus hogares para mejorar la reproducción del alimoche y la chova.
Las aves 'cargan' la lana para construir sus nidos.Las aves 'cargan' la lana para construir sus nidos.Heraldo
No la cardan, pero el alimoche común y la chova piquirroja cargan la lana en bruto y la usan para adecuar sus nidos, aprovechando sus características aislantes y termorreguladoras. Es una de las conclusiones a las que ha llegado, tras dos años de investigación, la Asociación Aragonesa para la Conservación de la Biodiversidad desde el valle del río Jalón (Acobija) con la colocación de hasta seis depósitos de pelo de oveja en distintos puntos de las hoces del Mesa, dentro de su proyecto 'Pequeñas Aves Necrófagas para la Biodiversidad' y que incluye también ambas especies rupícolas, catalogadas como especies amenazadas de interés comunitario.
"El alimoche, por tamaño, necesita mucha más cantidad; mientras que la chova lo hace de manera más modesta. Las dos utilizan la lana intercalándola en las distintas capas, pero también como colchón", puntualiza Andrea Rodríguez, presidenta de Acobija y coordinadora de las labores. En el caso del alimoche, su ponedero es "toda una obra arquitectónica, con hasta cuatro capas", describe la responsable. Parte de ese material que utilizan, además de palos y maleza, proviene de ganados en extensivo del entorno, actividad que cada vez es menos habitual.
Según detallan desde la entidad, hay estudios previos en los que se constata que "la lana mejora las condiciones térmicas y de humedad de los nidos, fundamentales durante la incubación" y que tiene características como "termorreguladora, aislante, higroscópica, ignífuga y antibacteriana". Ante esas evidencias, Acobija colocó los puntos de depósito en zonas estratégicas cercanas a los nidos y colonias, entre 2022 y 2023, entre marzo y mayo, en el momento anterior y durante la puesta de huevos. Para observar los comportamientos, se instalaron cámaras de fototrampeo.
"Ha sido mucho trabajo, primero de evaluar los sitios, pedir permisos… y al final de revisar muchas horas de vídeo", recuerda Rodríguez. En la labor de ubicación, la responsable de la entidad valora y subraya la ayuda prestada por los agentes para la protección de la naturaleza (APN) del Gobierno de Aragón. A su vez, desde Acobija también han realizado una criba para seleccionar materia prima en óptimas condiciones y distintas visitas para asegurarse de que la colocación funcionaba.
Una vez revisado todo el material grabado se han dado interacciones con hasta 31 especies diferentes, de las que casi la mitad (un 45%) eran para recoger lana. Entre las aves, las principales usuarias, un 56% lo hacían para captarla y solo un 12% de los mamíferos, como el lirón. Según detallan, el alimoche fue visto en todos los puntos de depósito, pero solo interactuó en cuatro. La chova recolectó en todos. "Sugiere una alta dependencia de este material para sus actividades de nidificación", valoran.
Rodríguez también explica que además de las 'especies objetivo' también se observaron otras como la grajilla occidental y el cuervo grande. Desde la entidad, sostienen que mediante esta iniciativa han podido realizar una base de datos detallada lo que facilita contar con unas bases para futuras investigaciones y actuaciones.
"Estas acciones buscan consolidar un modelo de conservación eficiente, beneficiando tanto a las especies objetivo como al ecosistema en su conjunto. El éxito de este proyecto refuerza la importancia de iniciativas integradoras que conecten biodiversidad, sostenibilidad y tradición rural", remarcan desde Acobija.
Sobre el uso de la lana, también asumen que "hoy en día, la normativa considera la lana como un residuo, lo que ha contribuido a la pérdida de su valor económico y al abandono de prácticas tradicionales como el esquileo". También defienden que hay esperanza ya que cada vez "es mayor el número de entidades, empresas y consumidores que dan valor a este producto y, poco a poco, se está trabajando en su recuperación".
Es uno de los usos alternativos que se ofrece a este subproducto ganadero, considerado un residuo y que se acumula en los almacenes y en las explotaciones de los ganaderos porque su mercado habitual, el textil, ya no lo quiere ni lo compra. Pero hay más.
Un residuo para abrigar cultivos y hacerlos resistente a la sequía
Raoul Ferrer es un ingeniero agrícola, formado y muy implicado con la agricultura ecológica y regenerativa, que siempre ha defendido la necesidad de cuidar y proteger los suelos para poder producir de forma sostenible, especialmente, captando esas lluvias que cada vez llegan con menos frecuencia provocando las sequías a las que lamentablemente están acostumbrados los agricultores en los últimos años.
Ese objetivo se puede conseguir con cubiertas vegetales. Y Ferrer podría haber utilizado para ello la paja (cada vez más cara por su escasez), los restos de poda (cada vez más demandados) e incluso los plásticos (una opción que siempre ha desechado incluso si son bio). Pero decidió hace unos dos años y medio utilizar un material muy disponible pero en esos momentos muy despreciado, la lana de oveja. "Me sorprendió que un material tan natural que era tan valorado en la antigüedad no tuviera ahora ninguna salida, generando un grave problema para los ganaderos", explica. Así que decidió "darle una vuelta", repensar sus usos y estudiar si las propiedades y las características de la lana podían aportar beneficios a los cultivos de su pequeño huerto, utilizado para autoconsumo y convertido entonces en su banco de pruebas.
"Una de las cualidades de la lana es que es un aislante térmico, por lo que al utilizarlo como acolchado impide que los rayos del sol incidan en nuestro suelo y así evitamos la evotranspiración", detalla el ingeniero agrícola. A Ferrer le convenció también la capacidad de captación de la humedad ambiente que tiene este material. "Lo que hace la lana es absorber el agua de lluvia y expulsarla, por lo que no llega a la piel de la oveja, así que pensé que aplicado al cultivo lo que se conseguía es que ese recurso fuera a parar al suelo", explica Ferrer, que asegura que se sintió completamente "fascinado" al saber que la lana es capaz de retener el 30% de su peso en agua.
Ferrer comenzó a realizar sus investigaciones de manera "rudimentaria", mediante la observación o el tacto, utilizando herramientas domésticas o realizando comparativas entre los resultados de una parcela cubierta con lana con otra en la que se utilizaba paja. "Desde el primer momento era evidente que se mantenía durante más tiempo la humedad y que la incidencia del sol en la tierra era menor", explica el ingeniero, que ha comenzado a realizar la investigación utilizando sensores "porque se necesitan datos científicos para que esta solución se esta alternativa se vea como una posibilidad real"..
Algunas de las ventajas ya se han hecho patentes. Como demostración explica las pruebas realizadas en un cultivo de lechuga en verano y con el mercurio disparado hasta los 40 grados, pudo mantener la parte cubierta con lana sin regar durante 25 días, cuando el riego fue necesario diariamente en la zona que no contaba con este acolchado. No solo ahorró agua, sino que además consiguió que la producción al abrigo del vellón tuviera más peso que la que estaba expuesta a las altas temperaturas.
Sus investigaciones se han realizado en cultivos de verduras y hortalizas, pero también en olivar y también en parcelas ocupadas por viñedos. "Este tipo de acolchados se puede utilizar en diferentes cultivos y, lo más importante, sirven las lanas de todo tipo de razas ovinas. Además, el producto no tiene que ser sometido a ningún tratamiento", señala. Porque como detalla, el vellón de la esquila es el que conserva todas las propiedades de nutrientes.
Ferrer reconoce que este proyecto tiene todavía camino por recorrer. De hecho, en estos momentos, está pendiente de la aprobación de un proyecto junto con el CITA de Teruel para continuar investigando durante los próximos tres años. "Hay que hacer pruebas en distintos territorios porque no es lo mismo Cataluña que Teruel, o Andalucía que Galicia. Además hay que profundizar también en los resultados en invierno o en épocas en las que hay mucha humedad", matiza.
Mientras esos resultados llegan, este ingeniero y divulgador está acercando dicha opción a los agricultores de todo el país. Lo hace a través de sus redes sociales donde se presenta como ‘el señor de las gallinas’, o participando en actos como con su participación en la Feria de Arens de Lledó (Teruel). Dos son los objetivos fundamentales que persigue. Uno, ofrecer a la agricultura una opción ventajosa para ahorrar costes, ser más resiliente a la sequía y producir mejor siendo más sostenible. Dos, ayudar a los ganaderos de ovino a que vuelva a reactivarse el mercado de la lana y que este material natural "recupere el lugar que le pertenece".
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