Las poblaciones de la especie mantienen una tendencia de ascenso ligero, según los datos del Ministerio de Medio Ambiente y SEO/BirdLife
Por F. J. Porquet 25/02/2018
EN 2008 volaban en los cielos del Alto Aragón 1.727 parejas de buitres leonados (Gyps fulvus), número algo superior al del censo de una década antes y muy destacado en comparación con el final de los setenta (la especie "se disparó" en los ochenta y los noventa). El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y SEO/ BirdLife promueven la renovación del censo nacional de las rapaces más significativas cada diez años, y en 2018 le toca al buitre leonado, cuya población -a primera vista- mantiene una tendencia ligeramente ascendente.
La campaña comenzó el 20 de enero y se prolongará hasta el 20 de junio en varias fases. En algunas Comunidades queda en manos de asociaciones de ecologistas o de voluntarios, y en Aragón la asume la Agencia de Protección de la Naturaleza del Gobierno autonómico (APN). Participarán alrededor de 150 agentes, 90 de ellos en la provincia altoaragonesa.
Resulta importante resaltar que Aragón es, por detrás de Castilla-León, la segunda Comunidad con más parejas nidificantes de buitre leonado (5.174 en el último conteo oficial, el 21 % del total nacional; le sigue Andalucía con 3.000). El libro del censo de 2008 indica: "El incremento espectacular se registró en las tres últimas décadas, y se refleja en la cifra actual ocho veces superior a la de 1979. El crecimiento en la última década ha sido del 18 %". En la frontera entre siglos y unos años después, la enfermedad de las vacas locas conllevó el cierre de los populares muladares y la prohibición de arrojar cadáveres de animales en el monte.
Ello incidió negativamente en la reproducción del buitre y otras rapaces, si bien, como no tardaron en habilitarse en el conjunto del territorio los comederos de alimentación suplementaria, "no cabe hablar de una afección grave", según apuntan fuentes documentadas.
MÉTODO
Los APN observarán las buitreras y tomarán datos en tres ocasiones. La primera visita, entre el 20 de enero y el 28 de febrero, servirá para conocer el número inicial de parejas nidificantes en los cortados y cantiles (también las que viven aisladas).
La segunda, entre el 10 y el 31 de marzo, afinará la estadística al integrar las parejas tardías y cuantificará los fracasos en las puestas. Y en la tercera, del 10 al 20 de junio, se certificará el índice de fracasos durante la crianza, se determinará el número de volantones y se calculará la "productividad".
La información obtenida se incorporará al V Censo Nacional coordinado por SEO/BirdLife y también, en lo que supone una novedad, a la base de datos del Proyecto de Cooperación Transfronteriza Ecogyp ("Servicios ecosistémicos proporcionados por las aves necrófagas en los hábitats de montaña y las actividades ganaderas", del que es socio el Gobierno de Aragón.
El Alto Aragón acogía en 2008 unas 300 buitreras (al margen del número de parejas). Las principales colonias se localizaron a lo largo de las sierras prepirenaicas exteriores (desde el valle del río Gállego al del Vero). En esta franja se asienta la mitad de la población, y en la Jacetania se alcanza el mayor rango de altura (2.000 metros). El leonado apenas nidifica en el Alto Gállego y poco en Ribagorza, y el extremo sur de la provincia está colonizado en los escarpes del embalse de Mequinenza.
Según un experto, el número de buitreras ha crecido "notablemente" en la década. Los agentes las delimitarán sobre una fotocopia de mapa topográfico a escala 1:50.000 o superior, o sobre imagen de mapa digital o fotografía aérea georreferenciada.
EXHAUSTIVO
La carta de presentación del conteo dice: "A efectos de este censo, se entiende como unidad de inventario o buitrera al cortado o cantil habitado por buitres leonados que configura un conjunto continuo y diferenciado. Cuanto mayor sea el grado de desagregación, mayor será la precisión del censo y mejores los resultados futuros; es decir, si es posible identificar distintas buitreras en un mismo entorno, siempre que sean claramente distinguibles, es preferible hacer el censo de forma separada".
Por otro lado, la empresa pública Sarga, de forma simultánea y complementaria al censo, va a hacer un seguimiento exhaustivo de un reducido número de colonias con el fin de establecer "valores de productividad" (cociente entre el número de pollos volados y el de nidos ocupados por la parejas que pueblan un territorio). La tarea implicará la coordinación con los biólogos de la Sección de Biodiversidad del Servicio Provincial y "un mayor esfuerzo de observación".
Cabe añadir, fuera del contexto del censo, que algunos ejemplares son marcados por los técnicos de la Administración para conocer sus hábitos de desplazamiento y el uso que hacen de la red de comederos de la península ibérica (se han visto buitres "aragoneses" en Cataluña, Navarra y Valencia, y viceversa), así como para obtener información básica sobre la dispersión, la tasas de supervivencia, la biología y la dinámica poblacional.
OBLIGACIÓN MORAL
El buitre leonado es una especie protegida, no en peligro de extinción ni mucho menos, pero sí protegida. Quien desconoce el mundo de las rapaces y ve las grandes bandadas de Guara, opina que no parece que haya motivo de preocupación. Se equivoca. Si no hay alimento, no hay reproducción, por ejemplo. En los tiempos de "vacas flacas" -valga la ironía-, merodeaban por los basureros, y en realidad todavía lo hacen hoy.
En este reportaje aparecen varias fotos de la peñera de Santa Cilia de Panzano, en Guara, donde el Fondo de Amigos del Buitre (FAB) deposita cada quince días restos cárnicos y vigila el estado de la población.
El "espectáculo" atrae anualmente a centenares de personas aficionadas al turismo ornitológico.
Un naturalista consultado lo resume mejor: "En estos asuntos la perspectiva tiene que ser global. Vemos muchos buitres leonados porque están focalizados en su zona, que es la franja mediterránea. Si los desparramamos por todo el mundo ya no son tantos. Tenemos la obligación moral de velar por su conservación".
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