Dos Agentes de Protección de la Naturaleza han localizado en el Cañón de Añisclo un grupo de tejos cuya existencia se desconocía.
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido no deja de deparar sorpresas. Pese a ser un espacio protegido muy frecuentado por los visitantes (600.000 turistas al año) y muy estudiado por los científicos (es el segundo en España donde se financian más investigaciones), siempre quedan secretos por desvelar.
El último ha sido la localización de una arboleda singular formada por monumentales tejos de cuya existencia no había constancia. El hallazgo, en el Cañón de Añisclo, lo han documentado dos Agentes de Protección para la Naturaleza (APN) del parque, Carlos Benedé y Jorge Gracia.
El taxus baccata es un árbol venerado, considerado en el mundo científico como uno de los más longevos de Europa. Su madera es muy apreciada, lo que ha hecho que queden pocos ejemplares, limitados a sitios recónditos. También llama la atención por su alta toxicidad.
Los tejos encontrados en el cañón de Añisclo son árboles de grandes dimensiones
"Seguro que los antiguos habitantes del valle de Vió los conocían pero su recuerdo ha desaparecido casi por completo y en el parque no sabíamos de su existencia", cuenta Carlos Benedé, asombrado porque "en los lugares más recónditos, secretos e inaccesibles de bosques y montañas, todavía se pueden encontrar árboles y arboledas de valor excepcional".
Él fue quien hace un tiempo visualizó con prismáticos un árbol que se asemejaba a un tejo. "Por el color y el tipo de follaje de la copa me pareció, pero estaba en una zona de difícil acceso", cuenta. El verano pasado se acercó a la arboleda y descubrió que había varios en esa zona y pensó en volver más adelante para investigar su envergadura y el número de ejemplares.
Recientemente regresó junto a su compañero Jorge Gracia. "Los hemos documentación, geolocalizado y medido", explica. La arboleda está formada por una docena de ejemplares, el más grande con un perímetro de 6 metros y una altura de 13, aunque su morfología dificulta la medición. No se puede determinar su edad sin hacer una investigación precisa, pero no descarta que pueda ser milenario, porque los tejos son muy longevos.
"Esta especie, llamada "taxo" en Sobrarbe, siempre ha sido un árbol venerado y sagrado en diversas culturas a lo largo del tiempo, gracias a su extraordinaria utilidad, propiedades, fortaleza y longevidad, ya que puede vivir cientos e incluso miles de años", cuenta el APN. "Históricamente su madera ha sido muy apreciada por su resistencia a la humedad, y por eso se ha esquilmado en gran parte y quedan pocos en España. Se han visto reducidos a sitios aislados y casi inaccesibles".
Los dos trabajadores del parque están preparando un informe para proponer que entren a formar parte del Catálogo de Árboles y Arboledas Singulares de Aragón, "porque son excepcionales", afirman. A este catálogo ya pertenece otros tejos que hay en el Parque Nacional y en los municipios cercanos, como el Tejo de la Mirona (Cañón de Añisclo), los Taxos de Crapera (Valle de Bujaruelo) o la Taxera de Fablo (Peña Canciás). Estos últimos se localizaron el año pasado.
El tejo, tacho, taxo o teix (Taxus baccata) está considerado como uno de los árboles más longevos, si bien no es espectacular en altura: por lo general no rebasa los 15 metros, y su copa presenta forma cónica debido a la existencia de un gran número de ramas que crecen en todas las direcciones.
Uno de los aspectos más llamativos del tejo es su alta toxicidad. Todas sus partes, excepto el fruto resultan ser altamente venenosas. Las raíces, el tronco, la corteza, las semillas, las flores o las ramas poseen un alcaloide llamado 'taxina'. El uso de sus hojas y semillas para envenenamientos se conoce desde bien antiguo, pues dicen que las tribus celtas preferían suicidarse ingiriendo tejo antes que rendirse ante el enemigo.
El tejo ha sido también conocido y, en este caso muy apreciado, por su dura madera de color carmesí, y por la dificultad que tiene para pudrirse en contacto con el agua.
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