Insta a hacer del patrimonio natural un motor de desarrollo para que los paisanos defiendan el territorio
José Luis Lagares es agente de protección de la naturaleza desde 1988 en la zona de Ejulve, que en julio de 2009 sufrió un incendio que superó las 7.000 hectáreas calcinadas.
Marcos Navarro / Alcañiz 13/05/2016
José Luis Lagares es agente de protección de la naturaleza desde 1988 en la zona de Ejulve, que en julio de 2009 sufrió un incendio que superó las 7.000 hectáreas calcinadas. Recuerda ese momento como el peor de su carrera, aunque invita a hacer un motor de desarrollo de la riqueza natural que sigue teniendo la provincia.
- ¿Cuándo se dio cuenta de que su vida era la naturaleza?
- Tiene que ver con los famosos programas de televisión de Félix Rodríguez de la Fuente. A partir de ahí hay una escuela, una generación en España que se nutre de su divulgación. Surgió esa faceta de observación, de conocer la naturaleza y aplicar un poco el método científico.
- Se ha podido dedicar profesionalmente. ¿Cómo ha evolucionado la labor de los agentes forestales desde que entró?
- En función del avance de la sociedad en cuanto a sensibilización, necesidades de conservación tanto de especies como de hábitats, diferentes legislaciones... Y, por supuesto, de la problemática de los incendios forestales, ya que los medios y operativos que hay ahora no los había antes. Hay un cambio importante en el factor climático. En Teruel ya no nieva ni llueve como antes y ello ha contribuido a que los medios forestales estén más secos y haya más problemas de cara a frenar los grandes incendios. La despoblación ha hecho que la carga ganadera sea menor y eso propiciado que el modelo de combustible haya evolucionado hacia masas más densas, y la poca presencia de la gente en el mundo rural ha impedido que se actúe de forma muy rápida por parte de los paisanos.
- ¿Su momento más duro fue el incendio de Ejulve-Aliaga?
- Sin duda, eso ha marcado un antes y un después. Confluyeron una serie de factores absolutamente aciagos. La climatología era adversa, con vientos, sequedad, olas de calor, y a ello se unió la simultaneidad de incendios de extrema gravedad. Los medios son evidentemente limitados, no se llega a todo y, desgraciadamente, esta fue la zona más castigada. Parecía imposible pensar que bosques a 1.600 metros como Majalinos pudieran quemarse a la velocidad que se quemaron. La realidad nos dio un ejemplo de cómo nuestros bosques están en jaque todos los veranos.
- Se quemaron más de 7.000 hectáreas
- Entre ellas, 22 árboles monumentales, con utilidades de pararrayos y tederos que precisamente por tener una función habían sorteado el hacha. Y luego llega el fuego y los convierte en ceniza en instantes, después de 300 o 400 años viendo el paisaje. Fue de las cosas que más me dolió. Yo los abrazaba. Estaban agarrados al territorio de manera espectacular, como un ejemplo de supervivencia en una tierra dura y difícil como es la provincia de Teruel.
- ¿Cabe más prevención para evitar episodios tan negros?
- En la zona de Ejulve se llevaba trabajando 25 años en prevención, abordando infraestructuras de cortafuegos, fajas auxiliares, accesos... Se habían diseñado sistemas que permitirían de una forma más o menos activa prevenir situaciones así, pero la realidad es tremenda y prácticamente resultaron ineficaces con viento y sequedad extrema. Se pueden hacer más cosas, pero cuando las situaciones vienen así es la naturaleza la que manda. La clave está en la rapidez en que se sofoca un conato. Una vez el incendio se hace grande, resulta muy difícil de apagar de no cambiar las condiciones meteorológicas.
- Su vertiente didáctica le lleva a participar en numerosas publicaciones. ¿Cuáles destacaría?
- Hay un trabajo muy bonito, las guías de la Red Natural de Aragón, comarca a comarca y coordinadas por Eduardo Viñuales, que muestran de forma muy pormenorizada los valores naturales de cada comarca. Quien tenga toda la colección es capaz de tener una información enorme sobre árboles monumentales, rutas significativas, especies, espacios, etc.
- ¿Cuándo empieza a tomarse la fotografía más en serio?
- A pesar de que hace años que trabajo con fotografía en naturaleza -tengo miles de diapositivas y he estado utilizándolas muchísimo en charlas-, desde luego el punto de inflexión es la era digital. Se ha popularizado enormemente la posibilidad de hacer fotografía, con una inversión inicial puedes llenar la tarjeta de memoria y obtener alguna imagen que pueda resultar especialmente bonita.
- Hay quien dice que los animales posan para usted.
- El acercamiento a la fauna requiere paciencia. Salvo algún caso contado en el que de forma azarosa puedas obtener una foto testimonial, conseguir un retrato la mayoría de las veces requiere dedicarle tiempo.
- ¿Cuál ha sido la imagen más espectacular que ha captado?
- A veces la sorpresa puede hacer que alguna te guste más que otra, como cuando estás esperando a que lleguen determinadas especies de pajarillos y aparece un zorro precioso con un pelaje extraordinario y mira a cámara.
- ¿Cuántas especies ha catalogado en el Maestrazgo?
- La provincia atesora grandes valores naturales, gran cantidad de hábitats con diferentes cotas de altitud, ecosistemas o tipos de suelo, lo que permite que seamos de los rincones con más biodiversidad. Podemos estar orgullosos de ello. Se trabajan grupos zoológicos y botánicos y a partir de ahí aparecen datos sobre especies raras o amenazadas. Para ello están los diferentes anuarios que recogen información y con ello se va haciendo ciencia ciudadana. Todo el mundo puede contribuir. Es importante valorar nuestro territorio porque es la forma de protegerlo.
- En una zona despoblada como Teruel, ¿es imprescindible aprovechar la naturaleza para generar riqueza?
- En territorios donde todavía conservamos unos valores naturales altos, una de las vías de desarrollo en áreas deprimidas es poner en valor esos rincones que no han sido degradados por las urbanizaciones y el desarrollo industrial. El Nacimiento del río Pitarque o el Parrizal de Beceite están demostrando que solo por su valor natural son capaces de atraer personas que dejan una plusvalía en el territorio, bien en pernoctas, comidas o compras de artesanía. Ello va a contribuir a que la población del territorio sea capaz de defender esos valores naturales.
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