sábado, 02 de agosto de 2014
Los barrancos de Guara, bien vigilados
Diez agentes para la Protección de la Naturaleza (APNs) inician cada verano, a primeros de julio, su labor de vigilancia e información en el interior de los barrancos del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, uno de los parajes naturales más visitados de la Comunidad Autónoma de Aragón.
Para realizar su trabajo en determinados días de julio y agosto -el año pasado realizaron 9 servicios de vigilancia- estos agentes tuvieron que realizar en 2011 un curso auspiciado por el Instituto Aragón de Administración Pública (IAAP) con la colaboración de la Federación Aragonesa de Montañismo. Cumplen, por tanto, su tercer año como vigilantes de este paraje tan abrupto como cada vez más visitado de los somontanos oscenses.
“Cuando se convocó el curso –recuerda Javier Navas, APN de la zona de Sabiñánigo y portavoz del grupo- se presentó bastante gente y hubo que realizar una selección. Al final, quedamos diez, ocho hombres y dos mujeres. El curso lo impartieron dos monitores de la Federación Aragonesa de Montañismo, especializados en barrancos, y aprendimos entre otras cosas, en la Escuela-Hogar que la Federación tiene en Alquézar, el manejo de las cuerdas, el comportamiento en el agua y también hicimos algunas prácticas relacionadas con el descenso de estos barrancos”.
Tres años después ya se pueden sacar algunas conclusiones. Javier Navas explica que, en términos generales, “la mayor parte de los visitantes del Parque tiene un comportamiento adecuado. Son personas que llegan a un destino que han elegido por afición y que, en su mayoría, tienen conocimientos sobre el medio en el que van a realizar la actividad”.
Una de las principales ocupaciones de los agentes que realizaron el curso es regular la entrada de los grupos en los barrancos y asegurarse de que se cumplen los ratios por grupos para evitar todo atisbo de masificación en los descensos. En varias ocasiones los integrantes de alguno de estos servicios han tenido que separar a dos grupos de ocho personas, además del guía, de una misma empresa francesa, y explicarles que hay que respetar la separación de 10 minutos entre grupos, aunque sean de la misma empresa. También comprueban que los barranquistas van equipados con el material necesario para realizar el barranco, neopreno, arnés, cuerdas, casco, etc.
Los agentes de protección de la naturaleza que realizan este servicio cumplen la jornada en grupos de cuatro. “En el interior de los barrancos, si se produce algún accidente, alguien tiene que ir a buscar ayuda y alguien tiene que trasladar o cuidar del herido. Por tanto, el número ideal es de cuatro personas con el equipo correspondiente”, indican los agentes.
El hecho de pertenecer los agentes a cuatro Áreas Medioambientales distintas supone un gran esfuerzo de coordinación para poder cuadrar estos servicios, trabajo que realiza el coordinador provincial de Huesca, José Ángel Martínez Arregui, que se encarga de establecer los distintos cuadrantes de servicios para designar los miembros del equipo que van a realizar el servicio de vigilancia de barrancos, los vehículos necesarios y el apoyo logístico de compañeros APN de la demarcación donde se localiza el barranco.
Salvo cuestiones puntuales, no se registran demasiados problemas a lo largo de una jornada de vigilancia. “En general -afirma el portavoz del grupo- hemos podido ver que los barrancos se encuentran bastante limpios de basura, aunque hay algunos graffitis en las paredes, sobre todo en las cabeceras de los rápeles, donde los visitantes tienen que esperar. En alguna ocasión hemos llamado la atención a algún barranquista menor de edad haciendo graffitis”.
También los puntos dónde se realizan saltos al agua pueden generar problemas muy puntuales. En alguna ocasión los agentes han tenido que advertir a un grupo numeroso de barranquistas coreando a los que hacían el salto. “Al salir del barranco hablamos con los guías para llamarles la atención e indicarles que hay que evitar los gritos en la medida de lo posible, ya que nos encontramos en un parque natural y no en un parque acuático”, puntualiza Javier Navas.
La experiencia está siendo positiva y los agentes de protección de la naturaleza abogan por ampliar el número de compañeros que puedan realizar el curso y, consiguientemente, ampliar el periodo en que el Parque recibe este refuerzo en su seguridad, es decir, iniciar la vigilancia en el mes de junio y prolongarla a septiembre.
“Hay que tener en cuenta que en los días de máxima asistencia pueden llegar a los barrancos, sobre todo a Formiga y La Peonera, entre 500 y 600 personas, un nivel que, de alguna forma, al concentrase en dos barrancos puede considerase muy cercano a la masificación”, opinan de forma generalizada los agentes.
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